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miércoles, 22 de septiembre de 2010

John Wayne era ciclista

¿Os acordáis de John wayne?. Pues sí el cowboy por excelencia con sus famosos andares “escozíos”. Hoy me acuerdo mucho de él después de rodar tres horas en bici con María. No es que hayamos hecho una paradita para practicar como diría Chiquito “la caidita de Roma”, sino que el factor “macho” me ha pasado factura. Cuando la voluptuosa y espléndida María me llamó para salir para una excursión deportiva en bici con su grupete de los sábados no me lo pensé dos veces. Tenía la bici que compré de oferta en el Carrefour, unos bañadores negros ajustados que pensé serían útiles para quedar bien con el grupo ciclista, mi única camiseta deportiva (del Betis, por supuesto), mis Kelme de toda la vida y la gorra “construcciones Sanchez SL” que tanta suerte me daba para pescar. Así que de esta guisa me presenté a la “línea de salida”. “Una lástima que tenga todo el equipamiento en el apartamento de verano”, mentí. Pero bueno sus miradas y sus sonrisas burlonas lo decían todo: “hoy nos vamos a divertir con este pájaro”. A mi me daba igual, ahí estaba María, a la que antecedían siempre sus enormes “gracias”. Iniciamos el camino y me situé detrás de ella, “a rueda” creo que se llama en argot ciclista, en mi caso me puse “ a culo”, o mejor dicho, de observador de su primoroso trasero. En la primera curva casi me voy lanzado contra el protector de la carretera. A los cinco minutos, ya casi los había perdido de vista, pero fueron muy generosos al esperarme para interesarse por mi estado. Les enseñe la cicatriz que tenía en la rodilla y les dije que una caída en Italia hace dos años, en una escalada, me lastimó la rodilla y de vez en cuando me producía fuertes dolores. No mentía en lo de los dolores ni en lo de la caída, que ellos suponían de alguna actividad deportiva, y en realidad producida por la caída desde un altísimo bafle de una discoteca de pueblo de los alpes (no digo el nombre porque seguro que aún se acuerdan de mí, aunque afortunadamente mi estado etílico en aquel momento no me permite tener hoy tan vivos recuerdos). Os podéis imaginar el resto de la excursioncita...Al llegar a casa sentía mis pequeños “atributos” anestesiados, supongo de la presión del bañador “ciclista” y en mi trasero parecía que la almorranas habían salido a celebrar las grandes hogueras de San Juan, del resto del cuerpo para qué hablar. Hasta me dolió la mandíbula por reír al escuchar el comentario de Paco, mi vecino, al verme entrar por la puerta: “Quillo, ya veo que hoy has decidido poner tus huevos entre paréntesis”. Al abrir la puerta, parecía Jhon wayne, abriendo las puertas de doble sentido de lo bares del oeste. Y entonces comprendí: “John Wayne... !era ciclista!.